"Ese empecinado sustraerse a los espectáculos tristes, esos oídos tapados y duros ante todo lo que sufre, esa audaz y burlona superficialidad, ese arbitrario epicureismo del corazón que no quiere tener nada cálido y completo, y que adora la máscara como su divinidad última y su redentora: ese desdén frente a los melancólicos del gusto, en los que siempre adivinamos una falta de profundidad — ¿no es todo eso una pasión? Parece que nos sabemos a nosotros mismos demasiado frágiles, quizás ya rotos e irreparables; parece que temiéramos esa mano de la vida que nos tiene que romper y que huyéramos hacia su apariencia, hacia su falsedad, hacia su superficie y su variopinto engaño; parece que somos joviales porque somos enormemente tristes. Somos serios, conocemos el abismo: por eso nos defendemos de todo lo serio."
(Friedrich Nietzsche / Fragmentos Póstumos)
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