Mas Zaratustra contempló al pueblo y se maravilló. Luego habló así:
El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre, - una
cuerda sobre un abismo.
Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso
mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse.
La grandeza del hombre está en ser un puente v no una meta: lo que en
el hombre se puede amar que es un tránsito
y un ocaso.
Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su
ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.
Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes
veneradores, y flechas del anhelo hacia la otra orilla.
Yo amo a quienes, para hundirse en su ocaso y sacrificarse, no buscan
una razón detrás de las estrellas: sino que se sacrifican a la tierra para que
ésta llegue alguna vez a ser del superhombre.
Yo amo a quien vive para conocer y quiere conocer para que alguna vez
el superhombre viva. Y quiere así su
propio ocaso.
Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle la casa al
superhombre y prepara para él la tierra, el animal y la planta: pues quiere así
su propio ocaso.
Yo amo a quien ama su virtud: pues la virtud es voluntad de ocaso y una
flecha del anhelo.
Yo amo a quien no reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que
quiere ser íntegramente el espíritu de su virtud: avanza así en forma de espíritu
sobre el puente.
Yo amo a quien de su virtud hace su inclinación y su fatalidad: quiere
así, por amor a su virtud, seguir viviendo y no seguir viviendo.
Yo amo a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una virtud es más
virtud que dos, porque es un nudo más fuerte del que se cuelga la fatalidad.
Yo amo a aquel cuya alma se prodiga, y no quiere recibir agradecimiento
ni devuelve nada: pues él regala siempre y no quiere conservarse a sí mismo.
Yo amo a quien se avergüenza cuando el dado, al caer, le da suerte, y
entonces se pregunta: ¿acaso soy yo un jugador que hace trampas? - pues quiere
perecer.
Yo amo a quien delante de sus acciones arroja palabras de oro, y cumple
más de lo que promete: pues quiere su ocaso.
Yo amo a quien justifica a los hombres del futuro y redime a los del
pasado: pues quiere perecer a causa de los hombres del presente.
Yo amo a quien castiga a su dios porque ama a su dios: pues tiene que
perecer por la cólera de su dios.
Yo amo a aquel cuya alma es profunda incluso cuando se le hiere, y que
puede perecer a causa de una pequeña vivencia: pasa así de buen grado por el
puente.
Yo amo a aquel cuya alma está tan llena que se olvida de sí mismo, y
todas las cosas están dentro de él: todas las cosas se trasforman así en su
ocaso.
Yo amo a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no
es así más que las entrañas de su corazón, pero su corazón lo empuja al
ocaso.
Yo amo a todos aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una
de la oscura nube suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene,
y perecen como anunciadores.
Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la
nube: mas ese rayo se llama superhombre.
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