Pero Nietzsche advierte en la metafísica un odio al devenir. Suponer un fundamento que permanece idéntico a sí mismo es contribuir a la momificación de los conceptos. Se trata de un supuesto que se opone al devenir y que es necesario destruir. ¿Cómo destruye Nietzsche este fundamento? Replanteándose aquello que, como dijimos, era absolutamente necesario e incuestionable: la existencia de un principio que fundamente la existencia de la humanidad. Al hacerlo, Nietzsche “borró el horizonte con una esponja bañada en sangre” . La imagen que propone esta metáfora es angustiante: nos hemos quedado sin horizonte, sin el parámetro con arreglo al cual situábamos nuestra existencia. El fundamento sin fundamento nos habla de un abismo y por eso Nietzsche trata el tema de lo abismático y de la angustia que supone la aceptación de este abismo. Pero no terminamos de aceptar que se haya borrado nuestro horizonte, tenemos miedo a aceptarlo. “¿No parece que tenemos un saber al que tememos? ¿Con el cual no queremos estar solos? ¿Un saber cuya presión nos hace temblar, cuyo rostro nos hace palidecer?”
grupo danzabismal (arteSANOS de la danza) /
Grupo de Investigación, Experimentación y Producción en Danza y Performance en Cotidianeidad
"¿Porque el mirar, acaso no es solo mirar abismos?" (Friedrich Nietzsche)
dirección general: roberto ariEL tamburrinisábado, 13 de octubre de 2012
La Danza en Nietzsche, una cuestión filosófica (Fragmento) / Maia Pedroncini
Nietzsche es uno de los primeros pensadores en la historia de
la filosofía que plantea la deconstrucción del esquema de la
metafísica, es decir, pone en duda el supuesto que esta ciencia
encierra; el de un fundamento o arché que permanece siempre igual a sí
mismo y que se encuentra al abrigo de la contingencia, la diferencia y
el tiempo. El gran parámetro a partir del cual anclamos nuestra
existencia. Nadie duda de ese fundamento porque el mismo es necesario
para encontrar sentido a nuestras vidas. Si se quiere, este principio
funciona como punto de referencia y, al mismo tiempo, como límite u
horizonte.
Pero Nietzsche advierte en la metafísica un odio al devenir. Suponer un fundamento que permanece idéntico a sí mismo es contribuir a la momificación de los conceptos. Se trata de un supuesto que se opone al devenir y que es necesario destruir. ¿Cómo destruye Nietzsche este fundamento? Replanteándose aquello que, como dijimos, era absolutamente necesario e incuestionable: la existencia de un principio que fundamente la existencia de la humanidad. Al hacerlo, Nietzsche “borró el horizonte con una esponja bañada en sangre” . La imagen que propone esta metáfora es angustiante: nos hemos quedado sin horizonte, sin el parámetro con arreglo al cual situábamos nuestra existencia. El fundamento sin fundamento nos habla de un abismo y por eso Nietzsche trata el tema de lo abismático y de la angustia que supone la aceptación de este abismo. Pero no terminamos de aceptar que se haya borrado nuestro horizonte, tenemos miedo a aceptarlo. “¿No parece que tenemos un saber al que tememos? ¿Con el cual no queremos estar solos? ¿Un saber cuya presión nos hace temblar, cuyo rostro nos hace palidecer?”
Pero Nietzsche advierte en la metafísica un odio al devenir. Suponer un fundamento que permanece idéntico a sí mismo es contribuir a la momificación de los conceptos. Se trata de un supuesto que se opone al devenir y que es necesario destruir. ¿Cómo destruye Nietzsche este fundamento? Replanteándose aquello que, como dijimos, era absolutamente necesario e incuestionable: la existencia de un principio que fundamente la existencia de la humanidad. Al hacerlo, Nietzsche “borró el horizonte con una esponja bañada en sangre” . La imagen que propone esta metáfora es angustiante: nos hemos quedado sin horizonte, sin el parámetro con arreglo al cual situábamos nuestra existencia. El fundamento sin fundamento nos habla de un abismo y por eso Nietzsche trata el tema de lo abismático y de la angustia que supone la aceptación de este abismo. Pero no terminamos de aceptar que se haya borrado nuestro horizonte, tenemos miedo a aceptarlo. “¿No parece que tenemos un saber al que tememos? ¿Con el cual no queremos estar solos? ¿Un saber cuya presión nos hace temblar, cuyo rostro nos hace palidecer?”
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